Renata Zarazúa no sólo vino a volar por lo alto en el US Open 2025: su camino al éxito está lleno de encantadoras coincidencias y tenacidad olímpica. Desde pequeña, flipaba con Venus y Serena Williams; verlas competir encendió una chispa en su corazón, pero lo curioso es cómo esa llama la llevó a tomar la raqueta. “Admiraba a muchas jugadoras, como Serena y Venus”, confesó en una rueda de prensa tras su histórica victoria.
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¿Qué la impulsó a Zarazúa realmente a dedicarse al tenis?
Aquí entra en juego su hermano: dosificarmente lógico y precursor de decisiones con las que sólo uno podría soñar. “No podía hacer gimnasia, buceo y tenis al mismo tiempo contó, pero mi hermano dijo que el tenis era un deporte más seguro. ¡Y pues así empezó todo!”
Su inspiración no se limita a la admiración patriótica por las Williams.
Zarazúa lleva el tenis en la sangre y esta es la razón.
Su bisabuela Rosario fue campeona nacional, su tío abuelo Vicente defendió los colores de México en la Copa Davis, y tanto su padre como su hermano Patricio llegaron a competir profesionalmente. Nacida el 30 de septiembre de 1997 en CDMX, pronto se mudó a Guadalajara, donde, siendo apenas una niña, intentaron “descartarla” por su edad… hasta que su papá logró convencer al club de dejarla entrar. Esa insistencia sería el génesis de su grandeza.
Pero la vida no fue un juego de arcilla. Su formación la llevó a cruzar la frontera hacia San Antonio y posteriormente Tampa para entrenar en prestigiosas academias. Allí enfrentó batallas dentro y fuera de la cancha: superó un desorden alimenticio y dificultades con sus rodillas, pruebas que sacaron a relucir su disciplina y competitividad tan únicas como ella.
¿Cómo fue el momento que cambió para siempre la carrera de Renata Zarazúa?
Y entonces llegó el momento cumbre: en una maratón de tenis en el Arthur Ashe Stadium, derrotó en primera ronda a Madison Keys, la número 6 del mundo relámpago, 6‑7(10), 7‑6(3), 7‑5 en más de tres horas de pura intensidad, convirtiéndose en la primera mexicana en vencer a una Top 10. No sólo avanzó a la segunda ronda, sino que además, se aseguró un cheque que representa casi una cuarta parte de lo que había ganado en toda la temporada.
La escena fue épica: con la mirada al cielo, el aliento del público vibrando y la herencia familiar acompañándola, Zarazúa completó el ciclo de jugar en las canchas centrales de los cuatro Grand Slams, algo que muy pocas compatriotas han logrado.
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