Un nuevo brote del virus chikungunya ha encendido las alertas sanitarias en China, especialmente en la ciudad de Foshan, ubicada en la provincia de Guangdong, donde se han reportado más de 7, 000 casos.
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Aunque esta enfermedad, transmitida por mosquitos del género Aedes, rara vez es mortal, sus síntomas fiebre alta, fuertes dolores articulares, fatiga y erupciones en la piel pueden dejar a los pacientes incapaces de realizar sus actividades cotidianas durante días o incluso semanas.
Frente a esta situación, las autoridades chinas han respondido con una estrategia sanitaria intensiva que recuerda a las utilizadas durante la pandemia de COVID-19, con medidas de aislamiento, control comunitario y despliegue tecnológico.
Medidas estrictas: Aislamiento y control sanitario
Una de las acciones más destacadas ha sido la habilitación de más de 7, 000 camas hospitalarias, todas equipadas con mosquiteros. Las personas infectadas deben permanecer hospitalizadas durante al menos siete días o hasta obtener un resultado negativo. Esta política de contención busca evitar nuevos contagios y atender rápidamente los casos complicados.
Tecnología y acción
Para detener la propagación del virus, las autoridades han desplegado drones para detectar focos de agua estancada, hábitat ideal para los mosquitos. Además, se llevan a cabo fumigaciones masivas y se han liberado peces que se alimentan de larvas y mosquitos “elefante”, que atacan a otras especies transmisoras. A nivel ciudadano, se impusieron multas a quienes no eliminen criaderos en sus hogares o propiedades.
Medidas preventivas
En barrios y comunidades, brigadas sanitarias han comenzado labores de desinfección en calles y accesos a viviendas, en una imagen que remite al inicio de la emergencia por COVID-19. Las autoridades buscan no solo frenar el virus, sino también generar conciencia colectiva sobre su impacto.
¿Un nuevo llamado de alerta global?
Aunque el chikungunya no se transmite entre humanos directamente, su rápida propagación en zonas densamente pobladas ha generado preocupación dentro y fuera de China. La falta de inmunidad colectiva y la velocidad con la que se han multiplicado los casos plantean un desafío serio para el sistema de salud.
El enfoque adoptado por China basado en hospitalización obligatoria, aislamiento, uso de tecnología de vigilancia aérea, y fumigación extensiva ha sido comparado por expertos con las respuestas más estrictas implementadas durante los picos de la pandemia por COVID-19.
Este brote pone a prueba la capacidad de respuesta de los sistemas de salud ante enfermedades que, si bien no son nuevas, pueden generar crisis regionales si no se controlan a tiempo. China, al aplicar una táctica de contención agresiva, parece estar capitalizando la experiencia vivida con la pandemia, en un intento por evitar una nueva emergencia sanitaria de escala internacional.
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