La situación económica en Acapulco ha obligado a las familias a transformar sus tradiciones decembrinas, priorizando el ahorro frente al consumo. Tras el impacto de fenómenos naturales y la inestabilidad financiera, los ciudadanos han decidido reducir el gasto en intercambios de regalos, enfocando sus recursos en cubrir necesidades básicas como alimentación y servicios.
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Testimonios de habitantes locales reflejan una realidad donde los obsequios ostentosos han sido sustituidos por detalles simbólicos. Ahora, un dulce o un pequeño gesto representan el cariño familiar, adaptándose a presupuestos más ajustados pero manteniendo el deseo de compartir durante las fiestas sin comprometer la estabilidad del hogar.
A pesar de las limitaciones, el espíritu navideño en el puerto se mantiene vivo a través de la convivencia. Las familias destacan que el valor de la temporada no reside en el costo de los objetos, sino en la unidad, demostrando resiliencia ante la crisis económica que afecta a la región.
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