La historia de Mariely Benítez Arcos es un recordatorio de que los sueños florecen cuando se riegan con valentía. A sus 33 años, esta joven decidió dejar atrás la estabilidad de un trabajo corporativo para aventurarse en un mundo completamente distinto: el de las flores.
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“Siempre he creído que hay que arriesgarse”, cuenta Mariely, quien atravesaba una crisis existencial cuando una vecina le propuso hacer arreglos florales. Sin experiencia, decidió intentarlo, sin imaginar que esa pequeña oportunidad se convertiría en el inicio de su emprendimiento y de una nueva etapa de vida.
Pasar de ser una empleada con horario fijo a emprender su propio negocio no fue fácil. “Todo mundo me decía que estaba loca por dejar un trabajo estable. Hoy puedo decir con orgullo que soy florista, y me encanta”, afirma con una sonrisa.
Detrás de cada arreglo que sale de su taller hay una historia de amor, esfuerzo y trabajo en equipo. Mariel reconoce que el apoyo de su familia y de su socio. “Todo lo que se hace con amor, florece. Estoy agradecida por tener personas que creen en mí”, dice.
Su historia es una metáfora viva: cada flor que toca lleva un pedazo de su alma. Mariely sigue soñando, creciendo y agradeciendo, convencida de que la vida —como un jardín— florece mejor cuando se cultiva con pasión y fe.
Con información de Mayra García, Fuerza Informativa Azteca.
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