En una época en la que el cielo aún era un territorio salvaje por conquistar y el vuelo seguía siendo un privilegio de soñadores y pioneros, un hombre de Oklahoma se elevó más allá de las expectativas, del miedo… y del mundo mismo.
¿Qué ocurrió un día como hoy, 22 de julio?
El 22 de julio de 1933, Wiley Post, con letras doradas grabó su nombre en la historia de la aviación. Ese día, Post se convirtió en el primer ser humano en dar la vuelta al mundo volando completamente solo, una hazaña que parecía reservada para novelas de ciencia ficción o epopeyas imposibles. Pero con su avión “Winnie Mae”, una nave blanca de un solo motor, y una dosis colosal de coraje, Wiley despegó con un objetivo claro: demostrar que el hombre no necesita compañía para romper barreras, solo determinación, ingenio y alas.
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¿Cuándo comenzó la travesía de Post con su vuelta por el mundo?
El viaje comenzó el 15 de julio de 1933 desde Floyd Bennett Field en Nueva York. A lo largo de siete días, 18 horas y 49 minutos, Wiley Post enfrentó tormentas, fallas mecánicas, fatiga extrema y una geografía hostil que no perdona errores.
La gran hazaña de Post destacó al sobrevolar Europa, Rusia, Siberia y el Pacífico, deteniéndose brevemente para reabastecerse, pero sin copiloto, sin radio de dos vías y con solo su instinto como guía. En cada aterrizaje, multitudes lo esperaban como a una celebridad de otro mundo. Para ellos, Post era más que un piloto: era una metáfora viviente del espíritu humano.
Con un solo ojo, tuvo una gran visión en el mundo de la aviación
Lo que hace aún más extraordinario el logro de Wiley Post es que volaba con un solo ojo. Tras un accidente petrolero, perdió su ojo izquierdo, pero eso no lo detuvo. Si algo, lo impulsó aún más. Para muchos, él era un lisiado temerario. Para él, simplemente un hombre con visión selectiva: ver solo lo que importa, y volar hacia ello.
¿Quién fue Winnie Mae?
Su avión, el Winnie Mae, fue más que una máquina; fue su escudero silencioso. Modificado con alta tecnología para su época, incluido un piloto automático primitivo y una brújula giroscópica, esta aeronave permitió que Wiley se concentrara en lo importante: mantenerse vivo y en curso. Logró no solo romper el récord del vuelo más rápido alrededor del mundo, sino también demostrar el potencial real de los vuelos de largo alcance, abriendo la puerta al desarrollo de rutas aéreas comerciales intercontinentales.
El legado del gran Wiley Post
Wiley Post no se conformó con los aplausos. Dedicó los años siguientes a experimentar con vuelos a gran altitud y fue uno de los primeros en utilizar un traje presurizado primitivo, un antecesor de los modernos trajes espaciales. Muchos lo consideran un precursor de los viajes orbitales.
Lamentablemente su vida terminó de manera trágica en el año de 1935, en un accidente aéreo en Alaska junto al célebre humorista Will Rogers. Pero su historia sigue viva, flotando entre las nubes que él alguna vez conquistó en solitario.
La gran figura que representa hoy Wiley Post un hombre que, pese a sus limitaciones físicas, con miedos, con sueños, logró hacer más allá de lo que su ojo podría haber imaginado. Y ese es justamente el poder de su historia lo que nos recuerda que, a veces, basta con creer en uno mismo, encender el motor… y despegar.
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