Pagan por fingir: El fenómeno de oficinas simuladas en China ante el desempleo juvenil
La presión laboral en China es tan alta que los jóvenes desempleados pagan por fingir ir a la oficina. Descubre por qué están gastando dinero no para trabajar, sino para fingir que lo hacen.
En un giro inesperado ante la crisis de empleo, un fenómeno peculiar ha cobrado fuerza en China: jóvenes desempleados están pagando para ir a oficinas y simular que trabajan. Esta creciente tendencia es una respuesta directa a la persistente alta tasa de desempleo juvenil y ha dado lugar a empresas dedicadas exclusivamente a proporcionar este servicio.
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Negocios como “Pretend to Work Company” han surgido en grandes ciudades como Shanghái, Shenzhen y Dongguan, ofreciendo oficinas completamente funcionales, equipadas con computadoras, internet y salas de reuniones, por un costo diario que oscila entre los 30 y 50 yuanes. Los clientes pueden usar estos espacios para buscar empleo, trabajar en proyectos personales o simplemente escapar de la presión de sus familias y la sociedad.
Un refugio ante la frustración
Para muchos, la decisión de pagar por ir a una oficina es una forma de mantener la disciplina y el bienestar mental. Shui Zhou, de 30 años, cuyo negocio fracasó, asegura que ir a la oficina simulada le ayuda a sentirse parte de un grupo y a mejorar su autodisciplina. Además, le permite dar una sensación de normalidad a sus padres, quienes están mucho más tranquilos con su situación.
La presión es tan alta que incluso hay quienes usan estos servicios para cumplir con requisitos universitarios. Xiaowen Tang, de 23 años, usó la oficina para obtener una foto que probara a su universidad que estaba haciendo una pasantía, mientras en realidad se dedicaba a escribir novelas para ganar dinero. “Si vas a fingir, finge hasta el final”, declara Tang.
Un experimento social
El fenómeno ha llamado la atención de expertos. Christian Yao, de la Universidad Victoria de Wellington, lo describe como una “solución de transición” ante un mercado laboral que no se ajusta a las habilidades de los graduados. Por su parte, Biao Xiang, del Instituto Max Planck, considera que es un “cascarón protector” que los jóvenes usan para establecer distancia con la sociedad y lidiar con la frustración y la impotencia.
El propietario de una de estas empresas, que usa el seudónimo de Feiyu, afirma que no vende un trabajo, sino la “dignidad de no ser una persona inútil”. Él mismo, tras enfrentar el desempleo, concibió el negocio como un experimento social. Si bien el 40% de sus clientes son recién graduados que necesitan una prueba de empleo, el 60% son trabajadores independientes que buscan un espacio estructurado y la interacción social. Para Feiyu, el objetivo final es ayudar a sus clientes a transformar un lugar de trabajo falso en un punto de partida real para sus vidas.
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